RESEÑA MEDALLA MILAGROSA Y SAN MARTIN DE PORRES

BREVE RESEÑA DEL ORIGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA

  
NUESTRA MADRE
imagen donada                                              
HIMNO A LA MEDALLA MILAGROSA

Llevemos cristianos, la santa medalla,
que cura los cuerpos y sana las almas.

Ave, ave, ave Marîa.
Ave, ave, ave Marîa

Del cielo la virgen trajo esta medalla,
a quien milagrosa los pueblos la llaman.

Favores sin cuento la virgen derrama,
sobre los que llevan su santa medalla.

Sus brillantes rayos publican las gracias,
que otorga la virgen a los que la llaman.

Esta hermosa canciôn la entonamos al final de cada celebraciôn eucarîstica de la que participamos los dîas sâbados por la tarde en nuestro barrio: Luis Franco.
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Esta bellísima imagen, fue donada por una de sus más fieles devotas, Gaby.


Conozcamos un poco más de Nuestra Patrona

La historia:
En el año 1830, en la casa Madre de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, en Parìs, Francia, la Santìsima Virgen se apareciò en tres oportunidades a una humilde y piadosa novicia, Sor Catalina de Labourè.     
   En las tres oportunidades Sor Catalina viò a la Santìsima Virgen,  recibiò "mensajes" y fuè tratada con amorosa y maternal atenciòn.
   Estas manifestaciones son conocidas con el nombre de "apariciones". Sucedieron las tres en 1830.

PRIMERA APARICIÓN:  Relatò la vidente de la Santìsima Virgen a su confesor que hacia las 11,30 hs de la noche del 18 de Julio, oyò que alguien la llamaba  por su nombre: "Sor Labourè ven a la capilla, allì te espera la Santìsima Virgen". Quien la llamaba era un niño pequeño y èl mismo la condujo hasta la capilla.
   Catalina se puso a rezar y despuès de oir un ruido semejante al roce de un vestido de seda, viò a la Virgen sentada al lado del Altar. La novicia fuè hacia Ella, cayò de rodillas apoyando sus manos en las rodillas de la Santìsima Virgen y oyò una voz que le dijo: "Hija mìa, Dios quiere encomendarte una misiòn... tendràs que sufrir, pero lo soportaràs porque lo que vas a hacer serà para gloria de Dios. Seràs contradecida, pero tendràs gracias. No temas".
   La Santìsima Virgen señalò al pie del Altar y le recomendò acudir allì en los momentos de pena a desahogar su corazòn pues allì, dijo, seràn derramadas las gracias que grandes y chicos pidan con confianza y sencillez.

SEGUNDA APARICIÓN: En esta apariciòn la Virgen comunica a su vidente el mensaje que quiere transmitir. Esta consta de tres momentos distintos:
   Contò Sor Catalina a su confesor que a la hora de la oraciòn hacia las 5,30 de la tarde del 27 de Noviembre, oyò nuevamente el ruido semejante al roce de la seda y viò a la Santìsima Virgen. 
*Primer momento: ( La Virgen y el globo) La Santìsima Virgen estaba en pie, sobre la mitad de un globo aplastando con sus pies a una serpiente. Tenìa un vestido cerrado de seda aurora, mangas lisas, un velo blanco le cubrìa la cabeza y le caìa por ambos lados. En sus manos, a la altura del pecho, sostenìa un globo con una pequeña cruz en su parte superior. Ofrecìa ese globo al Señor, con tono suplicante. Sus dedos tenìan anillos con piedras, algunas de las cuales despedìan luz y otras no. La Santìsima Virgen bajò la mirada y le dijo: "Este globo que ves, representa al mundo y a cada uno en particular. Los rayos de luz son el sìmbolo de las gracias que obtengo para quienes me las piden. Las piedras que no arrojan rayos son las gracias que dejan de pedirme". El globo desapareciò.
*Segundo momento: ( Anverso de la medalla) Cuando el globo desapareciò, las manos de la Virgen se extendieron resplandecientes de luz hacia la tierra, los haces de luz no dejaban ver sus pies. Se formò un cuadro ovalado alrededor de la Santìsima Virgen y en semicìrculo, comenzando a la altura de la mano derecha, pasando sobre su cabeza y terminando a la altura de la mano izquierda, se leìa:
   "OH MARIA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS"
   Catalina oyò una voz que le  dijo: "Haz acuñar una medalla segùn este modelo, las personas que la lleven en el cuello recibiràn grandes gracias: las gracias seràn abundantes para los que la lleven con confianza"
*Tercer momento: (El reverso de la medalla) El cuadro se diò vuelta mostrando la letra M, coronada con una cruz apoyada sobre una barra y debajo de la letra M, los sagrados corazones de Jesùs y Marìa, que Catalina distinguiò porque uno estaba coronado de espinas y el otro traspasado por una espada.
 Alrededor del monograma habìa doce estrellas.

TERCERA APARICIÓN: En el curso del mes de Diciembre del mismo año, Catalina fuè favorecida con una nueva apariciòn, similar a la del 27 de Noviembre.
   También durante la oraciòn de la tarde, recibiò  nuevamente la orden de hacer acuñar una medalla, segùn el modelo que se le habìa mostrado y que se le mostrò tambien en esta ocaciòn. Quiso que su vidente tuviera muy en claro los simbolismos de su apariciòn, por eso insistiò de manera especial que el globo que Ella sostiene en sus manos, representa al mundo entero y a cada persona en particular, que los rayos de luz que arrojan las piedras de sus anillos, son las gracias que Ella consigue para las personas que se las piden, que las piedras que no arrojan rayos, son las gracias que dejan de pedirle, que el Altar es el lugar a donde deben recurrir grandes y chicos, con confianza y sencillez, a desahogar sus penas.
   Despuès de vencer Catalina todos los abstàculos y contradicciones que se le habìan anunciado, en el año 1832, las autoridades eclesiàsticas aprobaron la acuñaciòn  de la medalla. Una vez acuñada, se difundiò ràpidamente.
   Fueron tantos y tan abundantes los milagros obtenidos a travéz de ella, que se la llamò, la Medalla que salva, la Medalla que obra milagros y finalmente la MEDALLA MILAGROSA.

ANVERSO Y REVERSO DE LA MEDALLA

Si reflexionamos un poco, toda la simbología de la Medalla y de las  manifestaciones
 de la Virgen a Santa Catalina son un compendio de la participación de María en la obra 
de la Redención. Nos fijamos particularmente en la figura de la Virgen Milagrosa 
aplastando con su pie la cabeza de la serpiente, signo del antiguo pecado. 
La Virgen de la Medalla nos invita a luchar contra el mal y el pecado, tanto
 colectivo como personal. Puede que, a veces, nos "sintamos heridos en el
 talón", pero gracias a Jesús y María podremos "aplastar la cabeza" del mal.

La letra M y los dos corazones dicen bastante...: el símbolo de la cruz y la
 letra M unidas, es la  expresión plástica, que la Medalla Milagrosa  nos
 ofrece, de la unión de Jesús y María en la obra del nacimiento de la 
vida divina en nosotros. Esta unión nunca pudo ser mas estrecha que
 cuando Jesús se hacía hombre en el seno de María, cuando la hacía Madre de  
  DIOS. Ella al seguirlo como Madre , entendió que había sido destinada
 a ser Madre de los hermanos de Jesús, de todos los cristianos. y por eso
 "cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador ...con el fin de 
restaurar la vida sobrenatural en nosotros. Y por eso es nuestra Madre en el 
orden de la gracia".(LG 61)



 Vida de San Martín de Porres
Fiestas patronales
3 de Noviembre
 La historia de nuestro amigo Martín empieza a partir de la visita de Juan de Porres, un 
caballero español de la Orden de Alcántara, a la ciudad de Lima (Perú) y que trabajó 
como diplomático bajo las órdenes del Rey de España Felipe II. Su estancia en la ciudad
 peruana fue corta y de trámite. Durante este tiempo tuvo la ocasión de conocer a Ana 
Velázquez, una joven mulata de Panamá que residía en Lima. Los dos entablaron una amistad,
 de la cuál nacieron dos hijos: Martín y Juana. Martín vio la luz el 9 de diciembre de 1579. Pero 
su padre no lo quiso reconocer, ni a él ni a su hermana. Martín no nació negro, sino mulato; 
sus hombros eran anchos; sus brazos fuertes; su frente levantada; sus ojos negros; su nariz
 más pequeña que grande; sus labios gruesos ... Fue bautizado en la iglesia de San Sebastián
 de Lima, el mismo templo donde también se bautizó Santa Rosa de Lima. Ya desde sus primeros
 años, se pudo apreciar en Martín, un sentido cristiano de amor a sus semejantes. Se
 cuenta que amaba singularmente a los pobres y los socorría de sus ahorros; un dinero que
 le debía dar su padre cuando le visitaba.




  



También se dice que cuando iba a comprar los productos de alimentación que su madre
 le ordenaba, nunca le devolvía el cambio correctamente, "he perdido algunas monedas" ... y 
es que Martín no dejaba en ninguna ocasión de dar limosna a los más necesitados. Nuestro
 santo empezó a ser conocido entre los habitantes de la ciudad por su alma caritativa, 
no por la cantidad que daba, sino por la edad que tenía aquel buen niño; su compostura,
 su humildad ... La sencillez de corazón de Martín dejó deslumbrado a su padre, que movido 
por su conciencia se lo llevó a Guayaquil (Ecuador), país donde estaba destinado.
 A los 8 años de edad, Martín entró en una escuela primaria, pero su estancia en esta
 ciudad duraría tan sólo dos años, ya que Don Juan fué nombrado Gobernador de Panamá.
Martín trabaja como "barbero"
Fray Martín volvió a Lima para continuar sus estudios, pero a la edad de 12 años
 empezó a trabajar de "barbero". La ocupación principal de nuestro santo en la 
barbería era la de extraer dientes y muelas, recetar hierbas, aliviar dolores, rasgar 
con el bisturí los tumores bucales ... era una especie de "médico". Empezó rápidamente 
a conocer el arte de los ungüentos y de los bálsamos, cómo se alivia el escozor de un dolor,
 cómo se aplacan las calenturas, cómo se combaten los delirios, cómo se detiene un flujo
 de sangre ... Esto no quita que también tuviera que afeitar o cortar el cabello en
 algunas ocasiones. La barbería era frecuentada por lo más distinguido de la ciudad 
de Lima, ya que la elegancia de Martín atraía a los caballeros y a la diplomacia. Tanto
 le gustó este mundo que se ofrecía también como voluntario en los hospitales.
 Por la noche, lejos de descansar, pasaba horas en vela en su casa rezando delante
 de una imagen de Jesús crucificado.
Ingreso en el convento de los dominicos
Sintiéndose apto para el servicio de los demás y de amor de entrega a Jesucristo, 
a los 15 años de edad fue a llamar al Convento del Rosario de Lima de los Hermanos 
Dominicos para entrar como fraile. Pero sólo fue aceptado como hermano "donado", es 
decir, como terciario regular, una orden especial para seglares deseosos de llevar una 
vida religiosa. A él no le importó este tratamiento diferencial, sólo deseaba estar
 en la casa de Dios y servirle fielmente, aunque fuera en el último peldaño. Su trabajo
 era el de barrer (de allí el apodo de "Fray escoba"), limpiar las celdas, hacer recados, 
ayudar en la cocina, en la sacristía, en la huerta ... en fin, era un criado para todo y
 para todos. En los primeros años de su estancia en la comunidad, pasaba totalmente 
desapercibido entre los frailes, nadie se fijaba en él y muchas veces, por su condición de
 mulato, era criticado. A primera hora de la mañana, rayando el alba, allí estaba oyendo
 la primera misa, comulgaba en ella, y después entraba en contemplación con la
 sagrada Ostia de la cuál era muy devoto. Tuvieron que pasar unos 15 años para
 que fuera aceptado definitivamente en la congregación como hermano converso (hermano
 dominico de pleno derecho como los otros miembros de la comunidad).
Las curaciones de Fray Martín
Son incontables los hechos extraordinarios en la vida de este santo, como son las
 curaciones, milagros, éxtasis ... Fray Martín ejerció durante mucho tiempo el trabajo
 de enfermero en el convento. Y fueron muchas las ocasiones en que aparecía 
misteriosamente en las celdas de los enfermos para socorrer sus necesidades justo 
en el momento en que lo necesitaban. Muchas veces hacía curaciones "milagrosas",
 como por ejemplo, cuando llegó un viejo zapatero al convento con los dedos
 de la mano engarfiados y contrahechos por un reuma dolorísimo. Fray Martín tomó su mano
 e hizo la señal de la cruz sobre los dedos enfermos. Pero aquél zapatero no estuvo
 conforme con el remedio, creyendo que el santo se burlaba de él. Para que el anciano 
se fuera tranquilo, le puso un remedio casero. Hizo como que preparaba algunas cosas
 y le vendó las manos. A la mañana siguiente, oh milagro!, el viejo zapatero notó que no
 solamente no tenía ningún dolor sino que podía mover los dedos y brazos, sintiendo
 todo el cuerpo rejuvenecido. Se quitó rápidamente la venda para descubrir qué
 maravilloso ungüento le había puesto el fraile y vio que era un trozo de suela 

de zapato!
Se cuenta que en otra ocasión curó con los mismos procedimientos a un médico al que

 le habían diagnosticado que no tenía remedio humano y que le quedaban pocos días
 de vida. Cuando llegó Fray Martín a visitarle, le pidió a la esposa que le diera una 
horchata de almendras. Martín se la dio de beber toda entera y le pronosticó que
 de ahí a dos días, él mismo iría en persona al convento a devolverle la visita. Y 
así ocurrió exactamente.
La acción social y humanitaria
El trabajo de barbero le aportó sus grandes conocimientos en el arte de la curación, 
pero Fray Martín aplicaba ante todo el recurso de la oración. El convento del Rosario de
 Lima se convirtió en un auténtico hospital, ya que Fray Martín recogía a todos los
 enfermos callejeros de la ciudad. Aunque en un primer momento los superiores le
 reprocharon esta actitud, ya que rompía con las reglas de la comunidad, regida por la 
clausura, al final le dieron permiso para que aquél fuera "su hospital particular". Pero
 guardaba aún unas horas para visitar a personas enfermas en sus propios hogares, 
en hospitales, en comunidades religiosas ... el pobre Martín no tenía ni tiempo

 para dormir!
Gracias a San Martín de Porres, se fundaron también dos Asilos para niños y niñas 

huérfanos, los llamados Asilos y Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, el primer

 establecimiento de ese género en Lima.
La fama de santo corría por todos los hogares de la ciudad. Apenas había uno sólo

 que el santo no llevara el regalo de sus medicinas o de sus consuelos. Reconciliaba a 
matrimonios, concertaba enemistades, reconciliaba a personas, fomentaba la religión. Los
 frailes del convento se preguntaban ¿Pero cuando duerme? ¿Cuándo 
descansa? ¿Y dónde?
Su amor a los animales
En los documentos del proceso de beatificación se cuenta también que Fray Martín
 "se ocupaba en cuidar y alimentar no sólo a los pobres sino también a los perros, a 
los gatos, a los ratones y demás animalejos, y que se esforzaba para poner paz no
 sólo entre las personas sino también entre perros y gatos, y entre gatos y ratones,
 instaurando pactos de no agresión y promesas de recíproco respeto". No es extraño
 que en el convento, los perros, gatos y ratones comieran del mismo plato cuando
 Fray Martín les ponía el alimento. Se cuenta que iba un día camino del convento y 
que en la calle vio a un perro sangrando por el cuello y a punto de caer. Se dirigió a él,
 le reprendió dulcemente y le dijo estas palabras: "Pobre viejo; quisiste ser demasiado
 listo y provocaste la pelea. Te salió mal el caso. Mira ahora el espectáculo que
 ofreces. Ven conmigo al convento a ver si puedo remediarte". Fue con él al convento, 
acostó al perro en una alfombra de paja, le registró la herida y le aplicó sus medicinas, 
sus ungüentos. Después de permanecer una semana en la casa, le despidió con
 unas palmaditas en el lomo, que él agradeció meneando la cola, y unos buenos 
consejos para el futuro: "No vuelvas a las andadas -le dijo-, que ya estás 
viejo para la lucha".
Otra anécdota que explica su amor a los animales es la siguiente: resulta que el 
convento estaba entonces infestado de ratones y de ratas, los cuales roían la ropa 
y los hábitos, tanto en la sacristía como en las celdas y en el guardarropa. Después
 que los frailes resolvieran tomar medidas drásticas para exterminarlos, Martín de Porres
 se sintió afligido por ello y sufrió al pensar que aquellos inocentes animalitos tuvieran 
que ser condenados de aquella manera. Así que, habiendo encontrado a una de
 aquellas bestias le dijo: "Pequeño hermano rata, óyeme bien: ustedes ya no están
 seguros aquí. Ve a decirles a tus compañeros que vayan al albergue situado en
 el fondo del jardín. Me comprometo a llevarles allí comida, a condición de que me
 prometan no venir ya a causar estragos en el convento". Después de estas palabras,
 según se cuenta, el "jefe" de la tribu ratonil rápidamente llevó el aviso a todo el
 ejército de ratas y ratones, y pudo verse una larga procesión de estos animales
 desfilando a lo largo de los pasillos y de los claustros para llegar al jardín indicado.
Vida de mortificación
El Fraile Martín llevó también una vida de mortificación, ayunando constantemente,
 nutriéndose con un poco de pan y agua durante el tiempo cuaresmal, alimentándose 
de yerbas, raíces insípidas ... A veces era obligado por sus superiores a desistir
 (a deponer, a no hacer…) estas mortificaciones y a comer como los demás. Durante
 la noche destinaba muchas horas de oración en la capilla del convento delante de
 la imagen de Jesús crucificado, del santísimo sacramento o de la imagen de Nuestra
 Señora del Rosario...



La muerte de Fray Martín
Pero todo tiene su fin, y Martín de Porres por muy santo que fuera, también le
 tocó la hora de reunirse con Dios. Corría el año 1639, cuando quedó afectado de
 tifus. Los frailes de la comunidad acudieron a su habitación y él les dijo con 
grandes sufrimientos: "He aquí el fin de mi peregrinación sobre la tierra. Moriré de esta
 enfermedad. Ninguna medicina será de provecho". También declaró que no se
 encontraba solo en aquel momento: que estaban a su lado la Virgen, San José, Santo
 Domingo, San Vicente Ferrer y Santa Catalina de Alejandría. Fray Martín murió el 3 de 
noviembre de 1639 dando besos constantemente a un crucifijo que tenía en la mano.
 El 8 de agosto de 1837 fue declarado beato y el 6 de mayo de 1962, el Papa 
Juan XXIII le declaró santo.

Invocaciones y patronazgos: 
Es el patrón por excelencia de los enfermos, protector de los pobres (junto a 
San Vicente de Paul y San Camilo de Lelis) y también de los barberos. Junto a San 
Antonio Abad, se le puede pedir la intercesión en favor de los animales.